Cuando con
paciencia y sin ningún fanatismo se va notando que la necesidad día a
día de volver a repetir ese momento de recorrer la misma o mas
distancia, de encontrarte contigo mismo en esa especie de mundo
particular, de sentirte de alguna manera especial, en ese preciso
instante, uno empieza a ser un corredor de fondo, un montañero, o un
ciclista... deportista; no importa el nivel, simplemente se es y ya
está .
Cada vez son mas las personas, que notan o notamos un cambio personal e
inconsciente en su forma de ver y afrontar la vida cuando inician una
práctica deportiva.
Hacer deporte por deporte: "correr por correr", “escalar por
escalar”,”andar por andar”,”nadar por nadar” o “ir en bici por ir en
bici”.
Descubrir un inédito modo de encontrar un asomo de paz interior o
un recinto privado de reflexión que pule bastante nuestra visión de las
cosas, alcanzando una liberación de tensiones, que en muchas ocasiones,
y como consecuencia de una practica continua, dura mas allá de ese
concreto instante.
Correr, andar, nadar o ir en bici puede convertirse en algo necesario,
imprescindible diría yo en la vida del que practica ese deporte, de tal
forma que la ausencia de esta rutina, deja un vacío que de forma puntual
puede llegar a afectarte hasta el carácter.
El indiscutible deportista,
el aficionado, aquel que desarrolla el deporte que le gusta como un
medio para encontrar un punto de equilibrio mental y corporal, aprovecha
esa oportunidad, no para ganar medallas, sino para ahondar en sus
propias limitaciones y en sus posibilidades sin presiones, como yo
siempre digo, “disfrutando”.
Ese estado de gracia solo puede alcanzarse,
cuando los kilómetros, la distancia, dejan de ser enemigos a batir. Sin
metas; correr por correr, andar por andar, nadar por nadar o ir en bici
por ir en bici. Nuevos caminos, una soledad casi acogedora. Sentirte
acogedoramente solo.
Apuntar todo esto como una filosofía especial, seria, quizá demasiado
presuntuoso.
Pero si entendemos esta idea adaptada a una forma
particular de vida, toma algo de sentido.Se habla de la soledad del
corredor de fondo como algo mitificado, (también puede ser la del
ciclista, o la del montañero).
Dicha soledad existe, pero es un estado
donde uno se encuentra a solas con sus pensamientos, una especie de
paraíso que nos hace ser uno con el entorno que nos rodea; un verdadero
placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario