miércoles, 5 de abril de 2017

LOS NIÑOS Y LA NATURALEZA



Hace un mes, a raíz de lo que escribí aquí tras la excursión de senderismo infantil que organizamos con Montañeros de Aragón de Barbastro en Estadilla, desde el Cruzado Aragonés, periódico local donde dibujo viñetas desde hace creo que unos veintiocho años, me ofrecieron escribir un artículo de opinión ampliando ese tema de los niños y la montaña.
Así que una vez publicado esta pasada semana, aquí os hago partícipes del mismo:


Con este escrito no pretendo sentar cátedra para nada. Faltaría más.
No soy psicólogo, y como padre soy un absoluto principiante.
Así que no quiero escribir fundamentándome en mi papel de padre, si no por el contrario en mi papel de ex niño. Y lo de ex lo pongo por edad, y no porque no siga sintiéndome como tal.
Escribo como un niño al que influyó indiscutiblemente el contacto con la naturaleza y la montaña en su educación, pasión y  personalidad.
Inicialmente gracias al por entonces grupo Scout Calasanz, y más tarde a Montañeros de Aragón de Barbastro. Porque considero un hecho probado, que lo que uno ama en su infancia se queda en el corazón para siempre.
Y doy fe, que con el paso de los años te das mas cuenta, que la auténtica hazaña no está en lo que hallas conquistado, sino en el prolongado camino que has recorrido para llegar a ello. Y ese camino comienza en tu niñez.
Para empezar debemos aceptar que la infancia es un privilegio de la vejez. Y debemos recordar como todos de niños sentíamos esa necesidad de ir más lejos, más alto, buscar lo más difícil, o ir hacia lo desconocido.
Recordar como a diario sentíamos ese ánimo que despertaba nuestra capacidad de soñar y nuestra imaginación.
Y si, hoy en dia es más difícil, y se lo ponemos igualmente más difícil a los niños. Porque vivimos inmersos en una vida estresante, vertiginosa, competitiva y subyugada a las nuevas tecnologías, en la que muchas veces no somos capaces de desconectar y tomar tiempo para nosotros mismos, y mucho menos en familia. Y arrastramos a ello a nuestros hijos a los que cargamos de cometidos, deberes y actividades extraescolares.
Sin confundir los propósitos, partiendo de la base de que nadie estamos en este mundo para realizar los sueños de nuestros padres sino los propios, los niños son unos discípulos dispuestos, curiosos y vivaces, y por ello la naturaleza y la montaña, les ofrece una experiencia sensorial plena: Ver, escuchar, olfatear, palpar, saborear.
Además aquí somos privilegiados. Tenemos la sierra y la montaña a tiro de piedra para aprovecharla, y por supuesto  existen asociaciones juveniles  o clubes de montaña como montañeros, donde se organizan excursiones o actividades de montaña para niños y en familia.
Se trata de recrear, compartir, y sobre todo delegar en ellos con unas actividades sanas y divertidas en la naturaleza.
Actividades en la naturaleza y en grupo, que no solo les empujan a compartir, les incitan a actuar con responsabilidad, y les aportan grandes dosis de adhesión, afecto, respeto, espíritu de superación y ganas de avanzar y crecer.
Las actividades en la montaña son una buena oportunidad para que nosotros los padres brindemos a nuestros hijos experiencias tan sencillas como sinceras.
Porque el juego y la actividad física al aire libre permiten que los niños sean más sociables y cooperativos.
Durante la infancia, el contacto directo con la naturaleza, las actividades lúdicas o de descubrimiento del medio natural, sirve para convertirse en adultos vigorosos, conscientes y cuidadosos del entorno que les rodea.
Y por supuesto, la naturaleza saca lo mejor de los niños; Solo tienes que observarlos, o recordarte a ti mismo cuando de niño ibas de excursión.
Inmediatamente los notas desahogados, felices, y libres para dar rienda suelta a sí mismos y su imaginación.
Respeto por el entorno, por la naturaleza y los animales, incremento de la actividad física, mejor salud mental y emocional, conocer mejor el mundo en el que viven y, sobre todo, afrontar el día a día de una manera más positiva.
¿Qué mas podemos pedir para un niño o niña?
El cuidado del entorno es algo que debe inculcar en la infancia. Porque esto forjará adultos más responsables y con mayor conciencia social y ecológica. Que falta hace en un mundo cada vez más usufructuado y achacoso.
Y nunca olvidemos que son niños y niñas.  Que correr, saltar, reír o gritar libremente, son para ellos actividades enormemente sugestivas que canalizan su indestructible energía. Y si esto lo hacemos al mismo tiempo en un entorno de naturaleza que fomenta libertad y creatividad, entonces esos beneficios se amplifican enormemente.
El contacto con la naturaleza en la primera infancia es una huella imborrable, que se posa como una semilla que germinará más adelante en forma de buenos recuerdos y valiosas lecciones.
Los niños, con su esquema físico y mental, e incluso afectivo, son aún un boceto de lo que serán, pero son bocetos llenos de energía y risas. Y si sabemos motivarlos, se convierten en una explosión de fuerza, deseos y sueños. Y disfrutando junto con ellos, todo te relega a tu propia infancia, dándote cuenta que es en la sencillez donde reside lo racional.
No siempre logramos crear un buen futuro para nuestros hijos, pero si podemos cimentar a nuestros hijos para su futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario