martes, 24 de mayo de 2016

SOCIEDAD GASTRONÓMICA LA MARMITA.

J.A Almunia
Hace dos  meses recibí un insólito e inesperado mensaje. De esos que los lees varias veces y  te frotas los ojos sin llegar a determinar si té enteras bien de lo que trata de decir.
Era de José Antonio Almunia (Comunicación Pirineos S.L., 134 COMUNICACION), y decía:
-“ Buenas tardes. Pertenezco a una asociación gastronómica “La Marmita”, que dos veces al año nos gusta invitar a personas interesantes de las que conocer su experiencia vital.
Lo hacemos invitándolo a comer a un sitio, y charlando amigablemente.
En la agrupación, somos once personas inquietas del mundo rural. Hemos pensado que podías ser tú el que como “viajero y deportista”, nos acompañara en la primavera”.
Una vez leído varias veces para asegurarme que lo que proponía era lo que yo interpretaba, y no metía la pata al asentir, uniéndome a alguna secta, le contesté:
-    “¡Joeeee...! No sé si soy tan interesante como para eso. Para mi  un honor, para vosotros no sé si será una decepción”.
Y añadí:
-    ¿No será esto como la cena de los idiotas?... (Película francesa, en la que durante una cena, cada comensal debía invitar a un idiota para apostar quien era el más idiota de todos esos invitados...)
José A, se rió (emoticono del cabezudo amarillo llorando de risa), y me garantizó que no, que además no era cena, era comida...
Con esa aclaración me quedé más “tranquilo”... (emoticono del cabezudo amarillo mirando desconfiado de soslayo)...
Sé que en el país vasco las sociedades gastronómicas son muy comunes; Pero aquí, me resultó algo insólito.
Así que pusieron fecha a esa tradicional comida para ellos, y sorprendente invitación para mí.
Y llegó el día. Hace dos sábados en el restaurante Aclareo de Barbastro.
No quise ponerme nervioso. Y no porque la ocasión no lo mereciera (emoticono del cabezudo amarillo con la calva azulada, cara de angustia y una gotita de sudor), si no porque a lo largo de los años, la experiencia me ha enseñado que no merece la pena anticiparse a los acontecimientos.
Que una vez llegan, el escenario casi siempre es mas tenue que lo que quiere suponer tu imaginación (emoticono nuevo del cabezudo amarillo sonriente blandiendo sus dos manitas).  Y si no es así y las circunstancias te superan, pues bueno, habrás pasado menos rato de desasosiego (emoticono del zurullo con ojos).
Porque las expectativas son como la porcelana china, cuanto más fuerte te agarras a ella, más fácil es que se rompa.
Pero no fue el caso. Superaron mis expectativas.
J.A Almunia
En la cañita previa de presentaciones, me aclararon que durante sus comidas periódicas, (no olvidemos que son una sociedad gastronómica), al pertenecer todos los miembros de esta sociedad al mundo rural, siempre terminaban hablando de lo mismo.
Por este motivo decidieron invitar a alguien “versado en algo manifiesto”, que les obligara en cierta forma a charlar de diferentes temas, eliminando la rutina, satisfaciendo su curiosidad e ilustrándoles en diferentes contenidos .
Me explicaron que ya llevaban  un tiempo invitando a gente tan interesante como Petón, Eugenio Monesma, José A Adell, Eugenio Nadal, etc.
Desde luego, a mí me parecieron mucho más interesantes que yo...
Una gran explicación y una gran idea. (emoticono de la manita con el pulgar hacia arriba)
Sin entrar en grandes detalles, como una película de arte y ensayo, daré un enfático brinco hasta el final de la comida.
Señalaré que al finalizar la comida, ya en los cafés, no podía sentirme mas a gusto entre los comensales (emoticono del cabezudo amarillo feliz; El de la enorme sonrisa y los ojos bien abiertos). Eso sí, tenia la boca seca de tanto hablar.
Entonces, como si no hubiera tenido suficiente con su cortesía, la invitación y las congratulaciones antes y durante la proyección previa de fotos que les preparé,  me sorprendieron nuevamente haciéndome un obsequio con forma de “Puchero de barro de Naval”, grabado con su divisa “La Marmita”, e invitándome solemnemente a escribir y leerles en voz alta una dedicatoria en un ceremonioso libro de firmas (emoticono del cabezudo amarillo boquiabierto con los ojos ojipláticos).
Improvisadamente (eso se avisa), escribí mas o menos las palabras con las que ha comenzado este relato:
- “Cuando José Antonio me invitó a vuestra comida, me sorprendió mucho porque me considero una persona normal. Una vez he participado, lo mejor que se me ocurre escribiros, es que habéis hecho sentir muy a gusto, y me habéis parecido igualmente personas normales”. (Aquí iría de perlas el emoticono del cabezudo amarillo con corazoncitos en los ojos).
¿Cutre?; Poneros en situación e improvisar una dedicatoria en un ceremonioso libro mientras os miran expectantes diez personas. A ver que os sale... (Por no repetir el emoticono del zurullo, pondré el del cabezudo amarillo clamando al cielo con cara de estreñido).
Solo espero que no mal interpretaran mi concepto de “normales”. Porque el que me parecieran normales, era un gran halago.
Me parecieron gente afable, curiosa, cordial, efusiva, y  perceptiva a cualquier tema. Los humanos necesitamos dos años para aprender a hablar, y el resto de la vida para aprender a callar. Aquí, este grupo, son expertos en ambas materias. Saben hablar y saben escuchar.
Comimos muy bien; en un ambiente agradable propiciado por ellos, mientras hablábamos de montaña,  deporte, correr, barrancos, pero sobre todo de sueños.
Traté que me vieran como eso, como una persona normal. Una persona que sencillamente ha llevado esa normalidad a sitios que desde fuera parecen insólitos, pero no lo son tanto. 
Trate de exponerles que la vida se compone de superación personal y búsqueda de emociones, que al final encuentras en ti mismo; siempre habían estado allí; solo tenias que sacarlas.
Y todas esas emociones análogas, pueden sacarse igualmente en una expedición a una lejana montaña o en una pequeña excursión junto a tu casa; en una carrera en autosuficiencia por el desierto, o en la media maratón de Barbastro.
J.A Almunia
Lo mejor de todo, que creo que me entendieron. Y eso dice mucho de los concurrentes y su enfoque de la vida.
Tras casi cinco horas de comida, salí feliz (emoticono de la bailadora de flamenco), con la sensación de que esa tarde el tiempo se había acelerado, la palpitación que te da esa impresión de haber sido entendido y no juzgado, y de haber hecho nuevos amigos.
Incluso cuando nos despedimos, me pareció escucharles a lo lejos acordando salir a correr un día...
Muchísimas gracias a la asociación gastronomita La Marmita por su invitación. Me hicisteis sentir uno mas de vosotros. (emoticono de las manitas aplaudiendo “por triplicado”, y el del cabezudo amarillo sonriente con los ojos achinados y las mejillas coloradas “por duplicado”.)
PD: Lo del barranco sigue en pie.

1 comentario:

  1. Nunca dejes de escribir Javi. De contarnos. No te dejo ya muchos comentarios, porque siempre pondría lo mismo¡GRANDE!
    Llevas muchísimo tiempo contagiando tu ilusión y tus ganas de vivir, y lo haces fenomenal. Pero yo destacaría por encima de todo, como bien dices, tu normalidad. Y lo digo como un enorme halago! Eres grande!

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