viernes, 15 de mayo de 2015

ZARAGUAY



Sentir que ya no sientes no es señal de desgaste, si no de metamorfosis.
Posiblemente de evolución. Y como tal  hay que tomarlo.
Me acerqué a la media maratón de Zaragoza encantado como siempre. Me había inscrito hace unos meses con ese privado y calculado argumento de recuperar totalmente mi rodilla... (ya está más que recuperada...).
Esta carrera la he corrido otras cuatro veces, en tres recorridos diferentes, y es una buena carrera para pasar el día, compartir con algunos amigos, y reencontrarse con otros.
El que la carrera sea por la mañana, nos facilita a los corredores de fuera de Zaragoza hacer un provechoso plan, lúdico, deportivo, gastronómico y social...
Creo que si pretendes que venga gente forastera, es un error organizarlas por la tarde; a no ser que sea gente puntual y paradójicamente de muy muy lejos, que aprovechen el evento para hacer turismo de fin de semana por la zona.
La carrera bien y muy rápida, hasta que en el kilómetro diez, como ya me ha pasado en alguna otra ocasión, sentí el acertadamente denominado “latigazo” en el soleo de la pierna izquierda, causándome un intenso dolor que me obligó a parar en el kilómetro doce con intención de retirarme.
Tras estirar un poco, asomó Fernando Torres y me preguntó. Le expliqué, y decidí acompañarlo un poco y probar a ver...
En los dos siguientes kilómetros, el dolor parecía sufrible, así que en el Km. 15, determiné apretar y tirar para adelante. (Gracias Fernando por tu compañía estos kilómetros; si no hubieras aparecido, tengo claro  que no habría continuado).
A partir del km 17 de nuevo se acrecentó el dolor, e incluso puntualmente me hizo cojear... pero... ya que estaba...
No quedaba mucho y me hallaba en una zona apartada del recorrido, así que opté por apretar los dientes, sufrir un poco y finalizar. Tirar con la cabeza.
La mente forma parte de nuestro organismo; es más, se supone que lo gobierna. Aunque está habituada a hacerlo en situaciones llamémoslas “normales”, y no cuando exploras tus límites, o tu mejor rédito.
Por circunstancias, por experiencia, o por arrebato, es algo que he tenido la oportunidad de entrenar en numerosas ocasiones en mi vida. Así que sabia que de una forma u otra, terminaría ya la carrera. 
Se trata de algo tan simple como convertir el factor psicológico en fortaleza mental, y que este sea el impulsor, el objetivo, y no la barrera.
Perfeccionar tu rendimiento deportivo, no es ganar, sino optimizar tus recursos, y para ello necesitas la mente y por encima de ella, tu voluntad. Estos kilómetros me los tomé como un entrenamiento “mental”.
Porque el entrenamiento mental es un aspecto clave. Pensamientos, hábitos, sensaciones y conducta… Todo vale.
Terminé. Después, no conforme con esto, y antes de que la lesión se enfriara y ya no pudiera trotar, retorne sobre mis pasos “trotecojeando”, hasta el Km. 18 para secundar a Lola; una amiga que acompañada por otros dos amigos, debutaba en la distancia.
Desde allí, como buenamente pude la ayude, no física, si no mentalmente, para que no se le hiciera tan duro el poder obrar esa embriaguez que se siente la primera vez que cumples un sueño que no hace mucho creías irrealizable.
Que felicidad sentí al ver sus lagrimas de alegría en la meta.
La felicidad normalmente es interior y no exterior; y no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos. La  felicidad de Lola se exteriorizó, contagiándonos a todos con ella.
Así que una carrera ya rutinaria, en la que tus parámetros son los mismos de siempre, en un instante todo se tornó nuevo, original y duro en post de un entrenamiento mental, y feliz por compartir y contemplar como una amiga consumaba su añorado sueño.
Nunca te hallas a ti mismo donde te buscas. Te hallas por sorpresa donde y cuando menos lo esperas. Y eso es lo bueno.

Ahora reposo y a recuperar.

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