lunes, 30 de septiembre de 2013

KILIMANJARO 2

La noche se ha sucedido bien, y al despertar, mi inquietud es saber si todo el mundo está bien y ha descansado; exceptuando claro, las lógicas y razonables bregas del primer día durmiendo soldados al suelo con exiguas esterillas. 

No todos los días  dormimos en tiendas de campaña a 3000m, y eso también exige disposición...

Todos se encuentran bien, y con muchos deseos de continuar.

Los ayudantes de cocina Frank y Elois, nos han traído unas pequeña palanganas con agua caliente a la puerta de cada tienda para que podamos asearnos. Servicio de habitaciones en tiendas de campaña (que mas se puede pedir). Fran es un muchacho dispuesto, sonriente y vivaz, que aparenta tener unos veinte años, chapurrea un poco el castellano y evidentemente, este es su primer paso hacia un porvenir como guía; muy por el contrario de Elois, que es mucho mayor (aparenta unos cincuenta y pico), tiene cara de bonachón, y un gesto de sumisión que a mí por lo menos me incomoda un poco. Casi figura hacer reverencias, y te sortea la mirada con la cabeza fijando la suya en el suelo. Miki por su mutismo, sigilo y cautela lo apodó “el ninja”, pero al poco terminamos todos llamándolo cariñosamente “mudito”.

Miramos para arriba y ¡¡Que espectáculo se contempla!!

Al amanecer, asoma el Kilimanjaro en todo su esplendor guarnecido de su absoluta desnudez, su extremo legado y su misteriosa belleza. Aristas de nieve con corvas negras de piedra volcánica, solo pueden obrar complacencia en quien accede hasta aquí y puede contemplarlo. Con esta visión y pletóricos de orgullo, voluntad y perspicacia como todavía estamos, ¿de qué no seríamos capaces? .

Siempre que contemplo algo así me siento tan diminuto, y a la vez tan excepcional. Si, apenas representamos una hebra en un inmenso tapiz; una pequeña hoja flotando en mitad del océano; pero no debemos menospreciarnos, y nunca debemos perder de vista la incalculable riqueza, fuerza, magnificencia y ansia de libertad de un escueto hombre, sin  artificios, solo o en grupo, frente a tamaña naturaleza y todas sus peculiaridades.

Me pregunto, ¿Existe algo más sincero que esta necesidad humana de descubrir el mundo?.


Cuando somos niños, trepamos a los árboles y a las tapias por simple placer y divertimento; para descubrir, para ver desde más alto y más lejos ¿Porque no conservar ese instinto y elevarnos al cielo combinando pasión y compromiso?. 

Una de las premisas que desde el principio intenté transmitir igualmente al grupo, fue que quien viniera dispuesto a padecer, solo por y para hacerse una foto en la cumbre, se equivocaba de viaje. Que había que gozar cada segundo como único e irrepetible que era, y la cumbre, si llegaba, pues genial, pero tan solo establecía el final de un codiciado viaje. Que en ningún momento tuvieran miedo al fracaso, porque el poder estar aquí, ya era el triunfo.

No me he equivocado; por lo que voy descubriendo,   aquí han venido once amigos con el ansia de sentir el placer de su propia vida y  controlar su propia existencia.  Todos están maravillados viendo este precioso amanecer y eso los delata ;).

Objetivamente creo que entre hoy y mañana comienza el verdadero desafío; Y así hay que encarar el recorrido, paso a paso, etapa por etapa, sin rendirse, y repito, complaciéndose de cada instante durante esta fantástica travesía.


Nos agrupamos amigablemente en la sobria carpa comedor para desayunar, sentados en sillas de camping “con respaldo” (lo especifico, porque me acuerdo la incomodidad de otras expediciones al no llevarlo). Menú: tortilla francesa, salchichas frankfurt con gusto mas bien empalagoso y poco sugestivo, y “porridge”, una  papilla insípida de avena cocida con leche, reminiscencia inglesa que también dan en las expediciones en Asia.

Otra rutina a la que hay que habituarse, es rellenar las cantimploras, sin olvidarse nunca incorporar al agua pastillas potabilizadotas para lapidar todo tipo de gérmenes, y añadirles algún tipo de aporte isotónico para proporcionar sales al organismo.

Preparamos los petates o mochilas grandes que portearan nuestros acompañantes tanzanos con el grueso del material particular, e igualmente la de ataque que llevaremos nosotros durante el recorrido con algo de abrigo, comida ligera y la cantimplora, y  nos disponemos para partir.


Hoy, el ritmo de la caminata y la hidratación, serán fundamentales para aclimatar, así que durante el desayuno, les insisto de nuevo: “Por muy bien que os encontréis, no aceleréis el ritmo ni os pongáis eufóricos,”. “Tenemos todo el día por delante”. “Hidrataros continuamente aunque no tengáis sed; porque si tuvierais sed, ya sería tarde”.

Aunque aún  no lo notemos, nuestro organismo ha comenzado a amotinarse por dentro, forcejeando para adaptarse a la falla de oxigeno que se acrecentará a diario los próximos días: A 4000m, solo hay un 64% del oxigeno que encontramos a nivel del mar, a 5000m un 55%, y a 6000, que es casi la altura que alcanzaremos, un 49%... ¡tela!

En cabeza del grupo se sitúa Agustín. Agustín es el guía jefe. Yo pensaba que el guía titular era Gregorio, pero no, ayer durante el papeleo, y después mientras la marcha, advertimos que el titular a cargo de la expedición es Agustín.

Agustín es igual de alto que Gregorio, pero físicamente más robusto; Es taciturno y de gesto más circunspecto y cabal. Camina de manera pausada y marca tanto el paso, que parece que estuviera formando parte de una procesión. Se embute bajo un gorro de lona tipo safari, con las manos alojadas en sus bolsillos, y por su semblante parece separar su compromiso y cometido de su entusiasmo; por lo tanto, se le nota más experimentado y seguro de sí mismo que el resto, y parece eludir la cortesía gratuita que impera para despertar el ánimo el último día de una buena  propina.


De momento ayer me gustó su ritmo y sus calculadas pausas, así que sin ningún pero, lo dejo ejercer en cabeza y yo me coloco detrás junto a Gregorio. Caminábamos sin prisa y alborozados, aunque el grupo poco a poco se va dividiendo en dos; los que siguen tranquilamente a Agustín, y metros mas atrás, me coloco yo para marcar un ritmo un poquito mas pausado con Carmen, Luisa, Mª José, Marisa, Miki y Rosana. 

Pepe, con un poco, desde mi punto de vista, excesivo ímpetu, se descuelga de uno a otro grupo haciendo fotos de manera esmerada. Si no tiene precaución a esta altura, puede pagar estos sobre esfuerzos e impulsos gratuitos...

El camino sigue nutrido de exuberante bosque,  pero poco a poco, conforme ascendemos, cada vez está mas revocado por rocas volcánicas de áspera y rendida lava, y un polvo fino y seco que parece harina parda, y te invade el gaznate y la nariz. Conforme pasan las horas la espesura va menguando su altura, y entre los peñascos  aparecen las primeras  Lobelias en su condición de pequeño arbusto, y algunas ya desarrolladas como un efusivo y exótico árbol que parece sacado de un pasado remoto.

Por detrás nos alcanza otro de los guías, Abdul.

Abdul desde el primer día es la jarana, y siempre va mancomunado con el contento y la gesticulación. Lo imagino al emerger del vientre de su madre, ya desternillándose de risa. Aparenta veintitantos años, y por su forma de andar, siempre con un aparente cojeo rítmico musical de rapero explícito, capta inmediatamente el interés y la sonrisa de quien lo mira, replicando a ella con otra que deja ver sus nacarados dientes. Además, como no, para conquistarnos, y/o sugestionarnos (es listo el tío), va ataviado con la camiseta oficial de la selección española de fútbol y con un amplio manoteo nos exclama voceando:- “¡¡Grande amiccoooossssss!! ¡¡Sssspaañññaaa!!”...  


Las horas caminando pasan conformes poco a poco (“pole pole”), cometiendo breves paradas donde nos reagrupamos, compartimos consideraciones, bromas, algún tentempié, (frutos secos o gominolas), que traíamos de casa, y nos rehidratamos, aunque algunos aun duden de la eficacia de este procedimiento que les hace orinar continuamente. “Eso es señal de buena aclimatación”, les redundo machaconamente.. 

Hoy mientras marchamos, entre risas le explico a Gregorio, que Javier Ardanui (que es una gran persona, y un deportista excepcional, pero muy muy tímido) es un famoso cantante de jotas Aragonesas, o que Pepe, es un afamado torero jubilado; precisándole ante su cara de estupefacción que es un torero, pues no tenía ni idea. - “Eso es muy peligroso”, subraya Gregorio.

La animación y el buen ambiente, es parte básica de la labor psicológica, para fraguar un “mas” ameno ascenso si cabe, pero sobre todo para favorecer el vínculo de todo el grupo.

La escasa vegetación  que nos conducía hasta  hace  poco, se ha  desvanecido  dando paso  a un paisaje semidesértico, yermo y abrupto. 
Caminamos por un terreno árido , que podría pertenecer a la superficie de cualquier desierto planeta, y al poco llegamos a nuestro destino: SHIRA HUT CAMP SITE. Refugio Shira (3.850 m.), donde como ayer, nuestro campamento en medio de otros muchos que ascienden esta misma ruta, ya está instalado. 
Alguno del grupo ha comenzado a notar algún ligero dolor de cabeza, así que les insto para que tras comer tomen algún paracetamol y descansen. Esto es normal, y se les pasará. Se suma, cansancio, aclimatación y falta de oxigeno. Además, como siempre puntualizo con una frase lapidaria, frase que a partir de hoy será una máxima: “Si quieres ver el arco iris, tendrás que resistir la lluvia”.


Después de comer, algunos se quedaran descansando para recuperar estos ligeros síntomas, y con los que se encuentren bien, damos un pequeño paseo para subir un poquito más de desnivel.

Este paisaje inhóspito, es igualmente idílico y la luz del atardecer hace que casi languidezca la conversación, y gracias a lo que nos ofrecen nuestros ojos  entramos en un sensible estado de ensueño. 
A las siete, nos sitia una  hermosa noche en la que podemos distinguir la cruz del sur, y una vía Láctea tan aquilatada, que parece un formidable brochazo de estrellas.

Cenamos de nuevo animosos, reforzando la buena cena con algún sobre extra de jamón,  y nos disponemos a descansar preparándonos para lo mejor...al día siguiente subimos hasta 4800mts, y la incertidumbre es mucha..... 
Personalmente, pienso que es un día clave: Shira Hut - Barranco Hut (13 kilómetros; de 3.850 a 3.950 metros, pero pasando por Lava Tower, y esos 4.800 metros. Esta etapa, y el realizar los campamentos en tiendas y no en refugios (tema que le da mas legitimidad), fueron los motivos por los que escogí esta ruta de ascenso. Me parece una jornada clave para la aclimatación.

Hoy ha sido otro buen día, y no observo en nadie ningún indicio o síntoma, mas allá de los corrientes, que pudiera predecir el fracaso de su aclimatación.

Los hombres pagan sus grandezas con muchas pequeñeces, y sus victorias con muchas derrotas.



Cansado me rendí a los placeres del sueño.

martes, 24 de septiembre de 2013

KILIMANJARO 1


Dos veces había pisado el continente africano; en Egipto, y en Marruecos; pero hasta ahora en Tanzania, no había tenido la percepción real de haberlo hecho.
Porque, ¿qué decir de un continente con un contorno que aparenta ser un corazón humano?. Que aún con lo poco que he podido ver y percibir durante estos doce días, puedo atestiguar, que en África, la genuina África, se percibe algo parecido a la fascinación por nuestro ayer, por nuestro origen.  Una tierra esmaltada en color sangre, bañada en una conformada y profusa naturaleza que té cautiva de una manera difícil de expresar.
El Kilimanjaro es con sus  5.895 metros de altura, la montaña más alta del continente. El Uhuru Peak no solo es punto más alto de África, además es la montaña más alta del mundo que no pertenece a ninguna cordillera. Es el centinela del continente negro, y por tanto un anhelo para mucha gente que adoramos subir montañas. Su nombre en masai es "Ngáje Ngái", que significa "la Casa de Dios". Con ese nombre, ¿cómo no ansiar asomarse a su cima?.
¿Habéis  ascendido al Kilimanjaro? Me han contado que es muy fácil.
¿Cuanta gente piensa esto equivocadamente?.
Es cierto que no tiene dificultad técnica, y esto hace más accesible su ascenso, e igualmente ofrece una fácil retirada, motivos ambos que atenúan su peligrosidad. Pero la realidad, es que ascender el Kilimanjaro es duro, muy duro.
Marchas de siete horas diarias saliendo de tres mil metros, aclimatándose a la altura durante cuatro o cinco días consecutivos, y un último día en el que habrás de  remontar unos eternos 1200 metros de desnivel por encima de 4700 m, probablemente a bajas temperaturas y con viento, habiendo descansado (que no dormido) unas tres horas; y esto además, será solamente la mitad de una jornada que entre ascenso hasta 5895m y descenso hasta la cota de 3700 m, te exigirán 16 horas de continuado esfuerzo.
¿Fácil? Esa es la infeliz  leyenda de una montaña que venden con ese enunciado, con tal de sacar dólares a turistas incautos o andarines inexpertos, que o sufren lo inenarrable, o abandonan a las primeras de cambio.
Son simples reseñas comerciales  que incluso se conceden inventar una supuesta cima, Stella Point (a 5.730 metros) 165 metros de desnivel y una hora mas abajo  de la auténtica cima,  acreditándola igualmente con un certificado  que el parque Kilimanjaro  entrega  por haber  llegado hasta  ella, y así poder afirmar  sin sonrojo  que has subido al Kilimanjaro.
Pero bueno, esta es nuestra historia, y nuestra anhelada historia empezó el 3 de Septiembre en Barcelona,  cogiendo el vuelo que  nos llevaba a Estambul y desde allí otro a Arusha (Tanzania): Atrás quedaron meses de preparación, ilusiones compartidas y organización, saboreando como siempre cada momento empleado en coordinar esta aventura que surgió de la combinación entre Viajes Barceló de Barbastro (David y Carlos) y un servidor.
Al final del recorrido, once personas  nos entregaron con confianza sus deseos comunes salpicados de ilusión; bueno, en realidad fueron muchas mas las que se inscribieron, pero por unas u otras causas (personales, económicas, etc), el grupo se quedó en once, conmigo como coordinador y asesor, doce: ocho de Barbastro: Mª José, Luisa, Carmen, Miguel, Pepe, Juanan, Rosana y yo mismo; de Binaced: Marisa; de Graus: Javier; de Zaragoza: Edu, y Miky de Linares.
Que decir de todos ellos. Que han sido un gran grupo. Y esto, no lo digo por decir, ni por quedar bien. De ser así me callaría y punto.
Cuando David me planteó este reto compartido, y elegí el destino del mismo, el principal objetivo que me plantee, fue la mentalización y la motivación del grupo. Convencerlos de que es mejor marchar repletos de esperanza e ilusión que llegar. Sabia que si el grupo estaba ilusionado, convencido, y por supuesto, hacía piña, tendríamos un cincuenta por ciento ganado. Se sube con las piernas, si, pero de ellas estira la cabeza, el corazón y la motivación. Acto seguido, fue la fortuna la que hizo que se juntaran una serie de personas que parecieran entenderse de toda la vida, y que unidas, se ajustaban como un exquisito reloj Suizo:
El equilibrio y experiencia de Miguel y Javier; La alegría de Marisa y Miky; la disposición y responsabilidad de Luisa y MªJosé; La suficiencia de Juanan y Edu;  la veteranía de Pepe y Carmen, y el apoyo y cursada sensatez de Rosana, se fusionaron con familiaridad y armonía.
En fin: Equilibrio, experiencia, alegría, disposición, responsabilidad, suficiencia, veteranía, apoyo y sensatez. ¿Qué mas podía pedir para un grupo?. Esa era la principal garantía de un viaje que para muchos era iniciatico y un sueño muy deseado.
04-09-13
Llegamos de madrugada al aeropuerto de Arusha, donde nos esperan dos vehículos que en una hora mas de viaje nos trasladaron hasta el hotel.
Al día siguiente madrugue y di un pequeño paseo matutino. Todo me era nuevo, pero nada desconocido. El bullicio de las calles con sus  desarrapados y descuidados edificios cuarteados, que la mayoría albergaban en su parte baja algún tipo de escaso comercio de ropa o comida; o malogrados vehículos circulando junto a otros más modernos y animales de tiro.  El planeta cada día está más globalizado, tanto en el primer como en el tercer mundo. Nada me era del todo extraño, y todo me recordaba a otros lugares en los que he estado; La única diferencia, la gente, la cultura y la raza.  Evidentemente me encuentro en África.
Regresé al hotel donde poco a poco se iba desperezando el grupo, y al poco apareció Gregorio preguntando por mi.
Gregorio, era uno de los guías locales que nos acompañarían en la expedición, y que yo reclamé a la agencia Tanzana porque hablaba castellano. De piel oscura (como no), estrecho, delgado, metro noventa. En su cara cincelada con sobresalientes labios y ungida con pelo corto y crespo de color nativo azabache, destacaban sus ojos grandes, amplios y saltones que emanaban naturalidad y franqueza. Nos dimos un apretón de manos, y nos sentamos a charlar en el sobrio hall del hotel.
Su mirada expresiva y crédula, no se apartaba de la mía cuando me hablaba, ni cuando yo me dirigía a él, y eso me significaba confianza y convicción. Se defendía en Español, y estuvimos conversando sobre el plan de ascenso, mis sugerencias, la logística, los suministros, y las características del grupo. Todo lo que me detalló Gregorio, exceptuando pequeñas puntualizaciones que le fui efectuando en lo referente al ritmo de aclimatación, me pareció correcto. Gregorio, me calló bien y a primera vista me dio buen rollo.
Me detalló, que debíamos coexistir como una manada de jirafas. Todos juntos. Las jirafas viven en colectividad. Si tienen un problema lo resuelven juntas, me afirmaba.
Bonita versión Africana del plan que me había previsto para el grupo, desde que ya en España proyecté varias actividades comunes y una cena apelando este objetivo. Esta claro que estamos en la misma sintonía.
Incluso por la tarde acordamos reunirnos de nuevo para presentarle al grupo, y tras ello se ofreció a hacernos de escolta y guía durante un pequeño paseo por Arusha.
Salimos a comer todos juntos por Arusha, y escudriñando por la ciudad acabamos en un restaurante que varias personas nos recomendaron, y que nos gustó realmente, excepto que por su condición musulmana (que desconocíamos), no nos sirvieron ninguna cervecita.
Antes de iniciar una expedición, hay que ser muy cauto con lo que se come o lo que se bebe, porque cualquier despreocupación en esta cuestión, puede hacerte enfermar los días sucesivos con algún tipo de virus estomacal  causándote fiebre y descomposición, dando al traste con todos los anhelos albergados durante meses. Así que hay que cerciorarse bien de donde comes, de lo que comes (evitar verduras crudas y frutas peladas), y de lo que bebes (siempre embotellado); Yo por experiencia cercanas, evito igualmente las verduras cocidas, por si están mal cocidas...
Por la tarde salimos con Gregorio de caminata, mas bien por el compás del paseo, de vagabundeo, por esta palpitante y convulsa ciudad, que realmente no pareció tener nada destacable, exceptuando por definida, una ilustre plaza donde un ingente monolito determina justo el centro del continente Africano.
Posteriormente, y no antes de catar la cerveza local Kilimanjaro (muy buena por cierto), regresamos al hotel, consagrados a organizar el equipaje personal para salir temprano hacia la montaña.
El día 5 iniciamos pronto el trayecto en un longevo autobús de unas veinticinco plazas cargado hasta los topes con nuestros petates y mochilas, nuestros guías locales, y el cocinero con sus equipos,  por una  fecunda carretera  rodeada de extensos campos  con acacias aquí y allá. Rebasamos alguna pequeña  población que nos  mostraba unas condiciones similares de precariedad, ensalzadas con extensos montes pajizos repletos  de rebaños  de cabras,  vacas africanas y  burros,  que  pastaban  conducidos por desaliñados niños masai que no debían tener ni seis años.
Tras hacer una parada para comprar víveres en un pequeño supermercado, y posteriormente en una destemplada carnicería casi al aire libre que en España estaría censurada, cercada, denunciada, y hasta incinerada por quebrantar todas las leyes de sanidad, desinfección e higiene, proseguimos la marcha por una carretera mas montañosa. Era evidente que estábamos en la montaña y un territorio mas humedo, porque las grandes superficies semi desérticas se hallaban sustituida por frondosa vegetación y cultivos (sobre todo bananas y café).
En unas dos horas, llegamos a Machame Gate para iniciar la primera etapa:   (Machame Gate - Machame Hut (12 kilómetros; de 1.800 a 3000 metros).
Aunque hay varias rutas, yo había elegido la Machame, por haber leído que era la más impresionante, que permite contemplar todo tipo de paisajes, y cubre las mejores partes de cuatro de las otras rutas, pero sobre todo, porque era buena para posibilitar la aclimatación.
Cada expedición, por precepto oficial, e independientemente del número de sus componentes y de su experiencia, cuenta con un guía local por cada dos personas (en nuestro caso seis guiás), uno o dos cocineros y sus asistentes (nosotros dos de cada), y tres porteadores por cada uno, que portean 20 kilos cada uno (que finalmente para nosotros fueron 40). Esto quiere decir, que a una expedición como la nuestra, la asistían  50 personas nativas. ¡Menudo desfile!.
Tras realizar todas los tramites de inscripción en la oficina principal del parque, y la asignación de fardos y pesos a los cuarenta porteadores, comenzamos a caminar, con una clara palpitación en los rostros y los gestos, que significaba el estar por fin cometiendo el arranque de un anhelado sueño. Las montañas, las selvas, los mares o los desiertos, son nuestros parques indómitos, y son tan necesarios como el comer o el beber; componen lugares de plenitud, donde puedes caminar, correr, pararte, mirar, meditar, utilizar tu energía y eficacia, y hacer palpitar tu corazón y tu alma. Frente a estas colosales montañas y su imagen de la eternidad, somos la imagen misma de la fragilidad.
Fueron varios kilómetros de ascenso por un impresionante bosque tropical. A cada lado del cada vez más polvoriento camino, enormes y estriados árboles nos guarecían. Nos circunda un extraordinario verdor saciado de  árboles, lianas, helechos arborescentes y frondosos arbustos. El camino  está tan bien cuidado  y la vegetación resulta tan  espectacular y frondosa, que pareces estar caminando por un excepcional jardín botánico.
Los porteadores, con los enormes  petates de unos  20 kilos, asentados casi siempre sobre sus cabezas, nos sobrepasan y se  alejan pista  arriba a gran velocidad. –“Yambo (hola) les manifestamos, y amablemente y con una sonrisa nos contestan.
El grupo está como no, boquiabierto con esta gente. Es el mismo sentir que tuve yo la primera vez que formé parte de una expedición en Nepal, y contemplé a los corpulentos serpas, que allí cargan hasta 35 Kg. los hombres, y 25 Kg las mujeres...
En unas cinco horas, llegamos cansados y muy satisfechos a Machame Hut 3000m, donde nuestro equipo de apoyo había hecho ya su trabajo, y tenían instalado nuestro campamento, formado por seis tiendas y dos grandes carpas aceitunadas (una comedor y otra cocina).
Inmediatamente la obligada visita a la cabaña del guarda del parque para registrarnos uno a uno en el libro de visitas y poner nuestro nombre, nacionalidad,  Nº de pasaporte, ocupación (aquí, como me hace gracia, desde hace años siempre pongo bandolero; pero Miki, con su gracejo andaluz, no pudo evitar poner follador...).
Nos acomodamos todos por parejas en las tiendas, y sobre las siete, nos avisan para que nos sentemos en el comedor. La cena está lista. ¡Que lujo!.
Al entrar en el comedor, me abordaron por sorpresa recuerdos de otras montañas, de otros viajes pasados, de otros viejos amigos.... algunos de los cuales, ya no están.  Pero, aquí, en esta montaña, estaba consumando otro de mis añorados sueños, compartir algo como esto con gente como mi pareja Rosana, o mi amigo/hermano Miguel. ¿Cuántas veces les había hablado de esto?. Hoy, por fin aquí, podíamos compartirlo y disfrutarlo juntos.
La cena es eufórica y distendida, y aunque me hago pesado, continuo, ayudado por los guías locales, con la insistencia en beber mucho y comer. Es muy importante para la aclimatación los dias siguientes. A partir de mañana, a 3500m, pueden comenzar a aparecer los síntomas de la hipoxia de altura. Pero de momento, Akuna matata  (no hay problema).
Mañana marchamos hacia SHIRA HUT CAMP. (3.658 m.) ( 6 h.)

lunes, 16 de septiembre de 2013

POLE- POLE


Despacio-Despacio.
Es bueno vivir, todavía mejor es soñar, y lo mejor de todo, despertar a ese sueño.
La expedición no ha podido ir mejor. Os dejo unas fotos que hablan por si mismas, y poco a poco os iré relatando.